Coworkings pequeños versus grandes operadores.
Diario de un micro Coworking.
Capítulo 1. De cómo nos dimos cuenta que el potaje de la abuela sigue calentando y haciendo más feliz a la gente que un Big Mac.
¿Y si resulta que somos importantes?
Tengo 47 años recién cumplidos y desde el día que puse el pie en la facultad se me dijo que cualquier negocio tenía que ser escalable y tener un incremento de beneficios anual. De esto ya hablé en la primera entrada al blog de Fento.
Yo vengo de una familia de empredores, en la que jamás se había hablado de la escalabilidad de sus negocios. Eran personas que se habían hecho así mismas en una época en la que eso ya era mucho, porque venían de no haber tenido nada.
Estaba allí sentada con 19 añitos escuchando a esas personas tan exitosas, los modelos a seguir porque eran las que hacían las cosas bien, y yo no entendía nada.
Hablaban de caso de éxito cuando un montón de directivos se cargaban una línea de producción cuando sus cálculos salían mal y los resultados no les daban la razón en que ese afán por aumentar y aumentar quizás no era tan beneficioso si hacía que veinte personas se fueran a la calle. Pero no era un fracaso (es que no lo entiendes bonita), era una solución exitosa y digna de ser contada en una universidad donde se formaban futuros empresarios.
En todos los años que vi a mi madre y a mi padre llevar su propio negocio y su empresa respectivamente, nunca vi que no se preocuparan de la gente que contrataban, todo lo contrario, pero claro…qué iban a saber ellos que eran pequeños emprendedores…
Durante los años que estuve en la facultad me negué a simular la gestión de una multinacional o una empresa que tuviese más de 10 trabajadores. Nunca me pusieron una mala nota, pero si me tocaba exponer en clase, eran la risotada garantizada de mis compañeros.
Han pasado los años, yo he dado un montón de vueltas y sigo pensando igual.
Hace unas semanas, saltó en el grupo de gestores de coworking que gestiona la gente bonita de Coworking Spain como uno de los mastodontes que gestionan un sinfín de coworkings al “estilo McDonalds”, estaba intentado con muy malas artes llevarse la cuota de mercado que mantienen los pequeños coworkings de este país.
Hablo de estos gigantes que en las conferencias del sector nos vienen a decir que no pintamos nada y que dejemos ya la pesadez de la comunidad por encima de todo, que ahí no se generan dineritos y que somos unos inocentes por querer seguir por este camino.
¡Señoras y señores! Si esto fuera verdad ¿necesitarían quitarnos del mapa de esta manera? Claramente no.
Resulta que las personas que deciden irse a trabajar a un espacio compartido buscan algo que ellos no quieren ni ver, buscan conexión con otras personas, comunidad por encima de todo, calidez humana y un sitio donde sentirse vistas y valoradas.
Todo lo que estamos viviendo a nivel social, nos lleva cada vez más y con mucha fuerza hacia ahí. Sentir que formas parte de algo y que ese algo te aporta tanto que prefieres salir de tu casa todos los días para ir allí a trabajar. Sentirse como en casa. Chupaos esa grandes corporaciones, porque por mucho que lo intentéis eso no sois capaces de escalarlo.
Os quiero.
Cris de Fento.
